LOS GATOS Y EL AGUA: ¿ENEMIGOS?
El rechazo al agua es una de las características más conocidas de los gatos, pero no todos estos felinos la odian tanto como creemos.
Generalmente los gatos domésticos hacen todo lo posible por evitar el contacto con el agua y existen algunas teorías para explicarlo. Una de ellas sugiere que, como las especies han evolucionado en climas secos, solamente conocen el agua como elemento de hidratación y no como un agente de higiene.
Otra de las teorías menciona que es probable que a los gatos no les guste mojarse por lo que el agua le hace a su pelaje. Como pasan gran parte del día lamiéndose, el hecho de que su pelaje esté mojado dificulta esta tarea. Además, el pelaje mojado es más pesado que el seco, por lo que provoca que sean menos ágiles a la hora de moverse.
El factor de shock también está dentro de estas teorías. Si tu gato ha sufrido alguna caída en una piscina, una tina o cualquier lugar con agua esa experiencia aterradora puede provocar que esté asustado del agua por el resto de su vida.
Ciertas razas de gatos domésticos, como el Maine Coon, le temen menos al agua y disfrutan nadar ocasionalmente. Esto debido a que las texturas de su pelaje las hace más resistentes al agua que otras razas.
Aunque algunos gatos le tengan temor al agua, una gran mayoría disfruta jugar con chorritos y llaves goteando. Se cree que se sienten atraídos por los movimientos del agua y los sonidos que hace, lo que estimula el impulso de atrapar a sus presas (aunque sea una presa inexistente).