Todos nos hemos dado cuenta de que nuestros peluditos sienten más afinidad por ciertas comidas … sobre todo si se trata de un pollito esperando a ser picado.
Si bien a los perros sí les importa el sabor de su comida, su sistema gustativo es muy distinto al nuestro.
Para empezar, los perros solo tienen 1.700 papilas gustativas en comparación con las 9.000 que tenemos los humanos. Esto significa que tienen aproximadamente una sexta parte de la capacidad de degustación que tenemos nosotros.
Lo curioso de las papilas gustativas de nuestros peluditos es que, además de percibir lo dulce, salado, ácido y amargo, perciben también el sabor del agua … de hecho, tienen un quinto grupo de papilas gustativas específicamente para el agua. Sumándole a este quinto grupo, los perros también tienen un conjunto de papilas gustativas dedicadas exclusivamente a ayudarlos a encontrar carne. (Así que no se sorprendan si a veces sus peluditos escupen las croquetas cuando están mezcladas con carne).
Además de los sensores para dulce, salado, ácido y amargo, los perritos también tienen algunos receptores de sabor específicos que están destinados a reconocer, no solo la carne, sino todos los productos relacionados con ella … y aunque no anhelan cosas saladas, probablemente porque obtienen suficiente sal de la comida que comen, sí tienen antojos de cosas dulces, ¡igual que nosotros!
Los antojos dulces de los perros deben satisfacerse con azúcares naturales, como la de la fruta. Darles un poco de sandía, naranja, plátano o arándanos puede ayudarlos a tener más energía e incluso a que absorban mejor las vitaminas y minerales de sus otros alimentos.
Así que ya saben … aunque nuestros peluditos tengan menos papilas gustativas que nosotros, igual van a disfrutar su comida como si se tratase de un festín.
